viernes, 23 de agosto de 2013

París.

Todavía recuerdo el aroma que desprendían sus calles, la dulzura, la felicidad. El mal tiempo que a pesar de ser, desprendía luz como el día más soleado. Era imposible no sentirse completa allí. Y allí estaba yo, contemplando las maravillas de dimesiones colosales que me hacían sentir tan pequeña y tan grande por el simple echo de poder contemplarlas. Me enamoré de ti, París, porque pude volver a sentirme como una niña, hasta los muñecos parecían realidad y ahí estaba yo, echandome fotos y pidiendo autografos como si no hubiera mañana. Volví a revivir las historias de mis cuentos que leía antes de dormir, pero esta vez echos un poco más realidad. ¡Ay París! que felicidad sería volver pronto, pero esta vez con el, para que se enamore un poquito de ti y de mí, que yo no me canso de quererle y quererle allí, junto a mi, juntos, en París.