Esta mañana se ha despertado mi sonrisa al deslumbrarnos descubriéndome que no te habías marchado.
Una mañana perdida en el tiempo, una mañana de verano, nuestra mañana.
Cuantas veces intenté olvidarte, porque olvidar(me) sin duda ya lo había hecho. Quizás por eso aquella noche estaba buscando razones en un bar perdido del mundo, bebiendo, o como diría yo "sanando".
Por eso pensé en pellizcarme al verte frente a mí, quizás habías vuelto.
Tenía la voz tan oxidada que apenas pude pronunciar palabra y creo que esa es la razón por la que esta mañana me he levantado (a tu lado) con ganas de gritar..
Esta mañana me he encontrado mejor, tenía tantos motivos, como el hecho de tenerte de almohada, ya hasta creía saber que esta vez sería difierente, que no te irías, bueno como te ibas a marchar si esta vez seguías allí.
Y justo ahí fue cuando me di cuenta que nada había cambiado, que nos habíamos dejado llevar y que en tí seguía ganando la obligación a los te quiero que esta mañana habías pronunciado.
Ahora el de la mirada perdida eras tu, el de las dudas infinitas y el que no estaba dispuesto a jugarsela una vez más. Pero no todo estaba acabado, tu manera de actuar te delataba, necesitabas oirlo de mis labios y saqué la fuerza de donde ya no había, la inventé, retorcí, pronuncie.
"Dame el tiempo que no te haga falta y prometo invertirlo en caricias en tu espalda".